Un Boletín Electrónico de Salud Mental de Joel I. Kimmel, Ph.D., P.A. & Associates
Volumen 11, Número 10
En respuesta a varias peticiones, nuestra E-Carta de este mes vuelve a contener un solo artículo con la experiencia del Dr. Kimmel sobre el duelo.
Sobre el duelo Parte 2
Han pasado seis semanas desde que falleció nuestro familiar. He recibido muchos comentarios positivos sobre nuestra última E-Carta, pues parece que tocó la fibra sensible de mucha gente. También me han pedido que escriba sobre mi experiencia con el proceso de duelo y mis reacciones a lo que la gente me ha dicho. He decidido, al igual que la sentida carta de Sheryl Sandberg sobre la muerte de su marido, escribir sobre mi propia experiencia. Lo hago con la intención de que mi proceso de duelo pueda ayudar, educar y apoyar a otras personas.
Así que allá va: como algunos sabéis, mi mujer falleció el 7 de septiembre. Ha sido un momento extremadamente difícil para mí y para mis hijos. No me encuentro en estado de negación, sino de incredulidad. Sé que ha sucedido, pero no puedo creer que haya sucedido. Es una sensación muy extraña, saber una cosa pero no creerla. Es como una división en dos que acabará resolviéndose en aceptación. Lo que lo hace difícil es que no quiero aceptarlo. Sin embargo, no tengo elección y esta sensación de impotencia puede ser abrumadora. La muerte nos ha cambiado para siempre a mí y a mis hijos, y sí, nos ocurrirá a todos, pues forma parte de la vida.
Volver a trabajar ha sido extremadamente útil. Me da un propósito. Me permite distraerme de mi dolor y me da satisfacción saber que estoy ayudando a los demás. En cierto modo, experimentar lo que he experimentado me ha hecho más vieja, más sabia y más comprensiva de la fragilidad de la vida. Podría haberme rendido a los sentimientos de vacío y pérdida que me abrumaban a veces. Pero decidí no hacerlo. Sí, la soledad puede ser muy poderosa y quizá la parte más dolorosa de la muerte. Muchos amigos me han ayudado para que no me sienta sola. Sin embargo, hay momentos de soledad de los que no se puede escapar y momentos por los que debemos sufrir. Sé que estaré bien, lo que me ayuda a superar esos sentimientos de soledad.
Quiero lo que tenía con mi mujer, pero sé que ya no puedo tenerlo. Los planes, los proyectos, los viajes y los acontecimientos futuros que se habían planeado han cambiado. Ya no hay «nosotros» sino «yo». Ya no se le ocurren ideas a mi mujer para que dé su opinión. Se acabó el «qué diría ella» sobre cualquier cosa. Lo que antes parecía muy importante, ahora a menudo parece carecer de sentido o de importancia. Y el futuro sigue sin estar claro porque no está planeado. Así que, por ahora, elijo seguir como antes… trabajando, manteniendo el hogar y fortaleciendo las relaciones con mis hijos.
También me he dado cuenta de que la gente no sabe exactamente qué decirme. Su pregunta más frecuente es «¿Cómo me va?». ¿Cómo responder a eso? Sé que tienen buenas intenciones, pero ¿cómo puedo estar? Estoy de duelo. ¿Qué les digo? ¿Quiero que se enfaden y se preocupen? Creo que se preocupan de verdad y probablemente esperan que les diga que estoy mejorando. Pero mi respuesta suele ser que lo estoy llevando bien y que sigo adelante con el proceso de duelo.
Reconozco que muchas personas se sienten incómodas por no saber qué decir y, cuando lo intentan, a menudo dicen algo que puede resultar ridículo. Comprendo que algunas de ellas también están dolidas o tienen miedo de decir algo equivocado. Algunos simplemente no saben qué decir. En respuesta, frases como «siento tu pérdida» o «¿hay algo que pueda hacer por ti?» pueden ser bastante útiles. Y a veces no decir nada, pero estar ahí o dar un abrazo dice mucho más que mil palabras. La comunicación no sólo tiene que ser verbal.
La gente también me ha dicho que estaré bien con el tiempo. De nuevo, sé que tienen buenas intenciones, pero ¿qué es estar bien? Nunca volveré a ser la misma. Tampoco quiero oír que crearé una nueva normalidad. Me gustaba la antigua normalidad, pero no puedo tenerla. Quizá lo mejor que puede decir una persona es «No sé qué decir, pero me importas y me preocupo por ti». Este mensaje de empatía puede ser muy solidario y útil.
Estoy agradecida no sólo a los que me han dado el pésame, sino también a los que han intervenido para asegurarse de que cuido de mí misma. Estoy agradecido a quienes siguen llamándome y quieren pasar tiempo conmigo. Y sobre todo, estoy agradecido a quienes han incorporado a mi esposa a sus vidas añadiendo algunas de sus actividades favoritas a sus vidas. Esto garantizará que, de algún modo, ella siga viviendo.
Hasta noviembre…
La información proporcionada en este boletín electrónico no sustituye al tratamiento profesional. Son las opiniones de los redactores y se facilitan únicamente con fines educativos. Para la atención a la salud mental, busca un profesional cualificado.
Si ya no deseas recibir futuros recordatorios de la E-Letter, envía un correo electrónico a [email protected] solicitando que se te elimine de esta lista.
Si esta información te parece interesante o útil, reenvía esta E-Letter a tus contactos y amigos. Copyright © 2016 por Joel I. Kimmel, Doctor en Filosofía. P.A. y Asociados.