Clase de yoga restaurativo

18 de noviembre. 2017

Los jueves por la noche, asisto a una clase de yoga restaurativo. Esta clase no es una clase típica de yoga. Es más bien una clase de meditación y relajación. Guiada por el instructor en posturas de relajación, me encuentro a mí misma soltándome y relajándome de verdad de los asuntos de la semana. De hecho, cuando termina la clase, pocos yoguis quieren irse y se oye con frecuencia «Necesitaba eso».
Aunque he recibido formación en técnicas de relajación y las utilizo con algunos pacientes, me resulta difícil relajarme de verdad. Asistir a esta clase me ha permitido experimentar de algún modo lo que experimentan mis pacientes. La verdadera relajación requiere la capacidad de dejarse llevar, algo que a la mayoría de nosotros nos cuesta hacer. Tanto si llevamos una vida apresurada como si no nos sentimos seguros sin tener la guardia alta, la relajación requiere práctica. Bajar la guardia requiere confianza. Dejarse llevar requiere esfuerzo.
En el yoga restaurativo, después de lograr una sensación de quietud en una postura, el instructor utiliza imágenes guiadas para describir escenas tranquilas y bellas con el fin de dirigir nuestra atención hacia la relajación. Siguiendo las imágenes del profesor, uno puede trascender el mundo cotidiano al mundo de las imágenes. Las preocupaciones desaparecen, los músculos se aflojan y se suavizan, y los acontecimientos del día se olvidan por unos momentos. Algunas personas se relajan tanto que incluso se quedan dormidas.
La investigación ha demostrado que la relajación tiene muchos beneficios psicológicos y físicos. En el mundo agitado y estresante en el que vivimos, la relajación no es un lujo. Es una necesidad. Yo he encontrado mi forma de relajarme en el yoga restaurativo. Espero que tú encuentres la tuya. Considera la posibilidad de asistir a una clase de yoga.